La biblia política de Islandia
Islandia es un lugar extraño en el que pasan muchas cosas, salvo que rara vez nos enteramos. Tiene que erupcionar un volcán o Björk maltratar a algún periodista en un aeropuerto para que recordemos que, en la geografía más septentrional del mundo, existe un lugar muy extraño llamado Islandia.
En estos días la pequeña isla volcánica es noticia por dos cosas: una, porque la primer ministra de ese país, Jonina Sigurdardottir, se acaba de casar con su novia de toda la vida, su tocaya Jonina Leosdottir; y otra, por una extraña noticia relacionada con The Wire, la serie de David Simon. Esto último, como cabe suponer, es lo que a nosotros nos interesa.
Todo empezó con la crisis financiera internacional, hace poco menos de dos años. El país con mejor nivel de vida del mundo sufrió un golpe terrible, y el gobierno aplicó un cruel y rígido plan de ajuste, que enojó —y cómo—, a los apacibles habitantes de la isla. Para castigar a sus políticos corruptos, el pueblo brindó una hermosa lección de democracia. ¿Qué hizo? Dejar la alcaldía de Reykjavik, la capital de Islandia, en manos de un excéntrico comediante llamado Jón Gnarr.
Para Jón Gnarr todo empezó como un juego, una parodia política. Se autopostuló candidato de su propia coalición (el Partido de los Mejores), y armó una campaña en la que se encargó de prometer una barbaridad tras otra bajo el lema "podemos prometer más, dado que en ningún caso lo cumpliremos". Mire uno de los videos de campaña:
Dijo que quería llegar al gobierno municipal para llenarse los bolsillos y favorecer a sus amigos con buenos trabajos, prometió toallas gratis en las piscinas, anunció la construcción de Disneylandia al lado del aeropuerto de Reykjavik y propuso un programa para que el Parlamento islandés —el más antiguo del mundo— fuera un lugar libre de drogas, aunque a partir de 2020.
Por supuesto, la gente lo eligió. Pero dado el porcentaje de votos alcanzados (un 34,7 por ciento), Gnarr tuvo que pactar, sí o sí, con otro partido político.
Y aquí llegamos, finalmente, al tema que nos convoca: este hombre —que también prometió anclar en mitad del océano, y para siempre, un barco con todos los culpables de delitos financieros en su interior— dijo que no pactaría con ningún partido cuyos miembros no hubieran visto las cinco temporadas enteras de The Wire.
Es una exigencia tan extraña como sensata, porque para cualquier político del mundo, por lo menos para quienes pretenden gobernar en el mundo occidental, un visionado de The Wire debería ser obligatorio. Una serie que es mucho más que una serie: es un tratado sociológico acerca de la corrupción humana desde las ópticas del tráfico de drogas, las aduanas portuarias, la enseñanza, la Justicia y los medios de comunicación. La vida misma, en cinco entregas.
Al final, el partido de Gnarr terminó pactando con los social demócratas —luego de que sus integrantes vieran la serie completa, ¡ja!—, y ahora el comediante es el nuevo alcalde de Reykjavik.
Todo esto es muy extraño y real a la vez, igual que el destino escandinavo, en el que, como dice Borges, las cosas suceden como en un sueño y en una esfera de cristal. Casi nunca nos acordamos de Islandia, pero, volviendo a Borges, "¡qué dicha para todos los hombres, Islandia de los mares, que existas!”.
3 comentarios:
Mare mía de mis amores. No sé si es triste, si es digno de aplauso, si es de volverse loco... Desde luego, un buen mazazo a la clase política sí que es ¡pero que nos tengamos que ver así!
O_o Gracias por publicarlo, es genial xD Por cierto, ¿me das tu permiso para compartir el enlace en mi muro de feisbú? Besotes
Jejejejeje, estoy con Nani, no sé si aplaudir decir WTF? o qué XDD
Vaya cosas!!!!
Publicar un comentario