"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". En 1992 (esto es, hace 18 años), una niña de Vancouver, Severn Suzuki, con tan sólo 13 años, tuvo el valor de dirigirse a las Naciones Unidas e instarles a sus miembros a que adoptaran de una vez medidas en pro del cambio global, tanto desde un punto de vista ambiental como social. La adolescente, quien ya había demostrado una gran iniciativa fundando su propia asociación infantil por el medio ambiente (la Environmental Children's Organization), habló con elocuencia a un público adulto que rompió en aplausos nada más terminar ella su intervención.
Sin embargo, casi dos décadas después de aquel magnífico discurso, las cosas siguen igual que siempre. El efecto invernadero es una realidad cada vez más palpable; los Gobiernos se muestran incapaces de llegar a acuerdos para reducir la contaminación (tal como quedó patente en Copenhague a finales del año pasado); los frentes que surgieron en los 90 se mantienen inalterables, habiéndose abierto otros incluso más sangrientos (Irak, Afganistán); el hambre continúa asolando África; los derechos humanos siguen vulnerándose en muchos países del globo; la avaricia de unos pocos ha llevado a la catástrofe económica y financiera a naciones y familias... Y así sucesivamente.
El sonido de los aplausos se lo llevó el viento, los reconocimientos (incluso de la propia ONU) que se llevó Suzuki estarán cogiendo polvo en alguna estantería o armario, sus valientes palabras quedaron relegadas al olvido... En los 90, iniciativas como la de esta niña eran bastante habituales en todo el planeta, pero, ¿para qué sirvieron? ¿De qué valió protestar si todo sigue igual o peor? En 18 años, el ser humano no ha sido capaz de evolucionar ni un ápice. No hemos dejado de estropear todo aquello que no podemos reparar; no hemos hecho caso a esa chica de 13 años que, de manera tan elocuente, ilustró al mundo en sus errores.
Por eso mismo, creo que es conveniente que las palabras de Suzuki se escuchen de nuevo. Y es que ni una coma de su discurso ha quedado desactualizada, por desgracia. Quizá Lampedusa tenga razón, y los cambios sólo sirven para que todo siga igual; pero, aun así, debemos intentarlo. Nos va nuestro futuro en ello.
Disfrutad de la sinceridad de una niña que (dicen) silenció al mundo:
P.D.: Hoy día, Severn Suzuki, licenciada en Biología, es una de las activistas ecológicas más destacadas del globo. Sin duda alguna, se trata de un ejemplo que todos deberíamos imitar.
No hay dos atunes iguales
Hace 2 meses
2 comentarios:
Tuve ocasión de verlo ayer por FB. Muy bien por la chavala.
Pienso, como te he dicho muchas veces, que la gente que tiene “el poder” mayoritariamente es a la que no le interesa cambiar. Creo que muchas personas sí hacen lo que pueden y muchos están de lo más concienciados, pero sus esfuerzos e iniciativas son ahogadas por los “grandes”. Cuánta gente no limpia nuestros mares de los desastres petroleros sin pedir nada a cambio y sin embargo multinacionales como BP luego hacen lo que hacen. Cuánta gente cuida en su hogar de no gastar demasiada agua, poner luces de bajo consumo, reciclar etc. para que otros en sus mansiones en un solo día gasten lo que ellos en un mes.
Resumiendo, es cierto, hay gente que ha pasado mucho de todo lo que se dijo en los 90 pero mucha ha estado haciendo todo lo posible por cambiar el problema es el de siempre, lo malo siempre se ve más, y además si lo malo es lo que está en el poder pues más chungo todavía.
Walaaaa parrafada :P
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