Laporta y la diva uzbeca
El presidente Laporta, que no ha querido contestar a las preguntas de EL PAÍS, aparentemente no tomó estas consideraciones en cuenta a la hora de firmar acuerdos millonarios a nombre del FC Barcelona con Gulnara Karimova, que tampoco ha contestado a preguntas de este diario, y su club de fútbol, el Bunyodkor. El club catalán, patrocinado por la agencia de Naciones Unidas para la defensa de los niños (Unicef), selló un acuerdo de hermandad con el Bunyodkor en aquella visita de Laporta a Tashkent en agosto de 2008. Pero el dinero va todo en una dirección. El Bunyodkor, financiado por las arcas de Zeromax, ha pagado cinco millones de euros al Barcelona a cambio de dos partidos amistosos con los equipos de fútbol de ambos clubes, uno de los cuales se disputó en enero de 2009 en Barcelona; el de vuelta, en Tashkent, sigue pendiente. Tres millones de euros más se ingresaron al Barcelona tras visitas hechas a Uzbekistán por tres jugadores del club -Messi, Puyol e Iniesta-, que participaron en campamentos con jugadores jóvenes del Bunyodkor.
El Barcelona es el único club extranjero que tiene vínculos comerciales con el equipo de Karimova, pero jugadores de otros clubes importantes europeos también han recibido grandes cantidades de dinero a cambio de bendecir con su presencia al Bunyodkor, entre ellos Cesc Fábregas del Arsenal de Londres y Cristiano Ronaldo (en diciembre del año pasado) del Real Madrid. Rivaldo, el jugador brasileño que jugó cinco años en el Barcelona, actualmente milita en las filas del Bunyodkor.
Entre otros famosos que han sido incapaces de resistir las tentaciones económicas de Karimova están los cantantes Julio Iglesias, Rod Stewart y Sting. Hubo un revuelo en la prensa británica cuando se supo a finales del año pasado que Sting, conocido -como el Barcelona- por sus asociaciones con causas humanitarias, había aceptado entre uno y dos millones de libras para cantar en Tashkent. "¿Por qué Sting está aceptando dinero de un dictador, a través de la hija del dictador?", preguntó The Guardian, perplejo también porque Sting había sugerido que el recital había sido patrocinado por Unicef, cosa que Unicef niega rotundamente.
¿Cómo es la dictadura uzbeca? Veronika Szente Goldston, experta en Asia Central de Human Rights Watch, declara: "Clasificamos a Uzbekistán entre los Gobiernos más represivos del mundo. Casi al mismo nivel que Birmania o Corea del Norte. Es un infierno para los derechos humanos". Especialmente notorio fue el caso de la ciudad de Andijan, en 2005, cuando una unidad motorizada de efectivos armados del Estado abrió fuego contra una multitud de manifestantes y mató a cientos de hombres, mujeres y niños. La comunidad internacional ha clamado por una investigación independiente internacional, pero a día de hoy el Gobierno se ha negado y no ha hecho nada, que se sepa, para esclarecer los hechos.
Una investigación que sí dio fruto, en 2002, fue un análisis forense de dos víctimas del régimen solicitado por la Embajada británica. La conclusión fue que los dos habían sido hervidos vivos. Más sistemática es la práctica de la tortura. Surat Ikramov, que encabeza el Initiative Group of Independent Human Rights Defenders de Uzbekistán, dice que la operatviniki, nombre coloquial para la policía del Estado, "ve la tortura como parte normal de su trabajo en un sistema cuyo objetivo es extraer confesiones y crear miedo entre la población".
Naciones Unidas y Amnesty International condenaron en informes publicados el año pasado "el persistente deterioro" de la situación de derechos humanos en Uzbekistán. El propio Departamento de Estado norteamericano, cuyos militares utilizan Uzbekistán como puente logístico para sus operaciones en Afganistán con la cooperación de la empresa de Gulnara Karimova, no ha podido evitar unirse al repudio general hacia el régimen uzbeco. En su más reciente informe sobre derechos humanos, el Departamento de Estado lamentó la situación en Asia Central en general, y en Uzbekistán muy en particular, señalando con especial énfasis el sistema estatal de trabajo forzado de niños en la industria del algodón.
Un informe a fondo (entre muchos) del Environmental Justice Foundation titulado Nación esclava cuenta que al menos un millón de niños, los más pequeños de 10 años, son anualmente sacados del colegio en septiembre por la policía y obligados a trabajar, como los esclavos del sur de Estados Unidos en el siglo XIX, en la cosecha del algodón. Es un trabajo muy duro y cada niño debe cumplir una cuota diaria en kilos. Muchos de ellos viven lejos de sus casas durante la cosecha, instalados en escuálidos campamentos. Malnutridos, muchos enferman. Las tierras son del Estado, cuyos jefes se llevan pingües beneficios. Uzbekistán es el tercer exportador de algodón del mundo e ingresa mil millones de euros anuales de las ventas de este producto, principalmente a Asia. (Varias grandes empresas de Occidente han boicoteado la compra de algodón uzbeco).
Andrew Stroehlein, experto en Uzbekistán del respetado think tank International Crisis Group, con base en Bruselas, dice que se trata de "un sistema masivo de explotación, casi seguro el ejemplo más grande de abuso sistemático de niños, dirigido por un Estado, en el mundo". Zeromax, según Stroehlein, es una de las empresas que se enriquece con el algodón, la fuente de más ingresos para el régimen uzbeco.
Entrevistas con personas en Estados Unidos, Reino Unido y Bélgica que conocen de primera mano las operaciones comerciales del régimen uzbeco, entre ellos empleados de Naciones Unidas y exiliados uzbecos que huyeron de su país temiendo por sus vidas, retrataron al presidente Islam Karímov como el capo di tutti capi de una mafia compuesta de unas veinte familias cuyo objetivo es robar todo lo que hay para robar a los 28 millones de habitantes de su país.
Craig Murray, el ex embajador británico que ordenó el examen post mórtem de las dos personas hervidas vivas y autor del libro Asesinato en Samarcanda, señala a Karimova como la encargada en el régimen de sacar de su país el dinero que "la cruel y rapaz familia Karímov exprime de su gente".
Gulnara Karimova es el brazo derecho de su padre. "Su control sobre Zeromax depende totalmente del apoyo del aparato estatal, todas cuyas agencias están a sus órdenes", explicó un exiliado uzbeco que conoce de cerca cómo funciona la macroempresa con la que tratan Joan Laporta y el FC Barcelona. "Todos saben, claro, que detrás está siempre su padre, y de esta manera ha construido su imperio. Es lista y astuta".
También, según una persona uzbeca que la conoce muy bien, es "caótica, temperamental y caprichosa: una niña malcriada que se enfurece si las cosas no salen exactamente como ella quiere". La furia de Karimova tiene su precio. Scott Horton, un abogado estadounidense que ha trabajado para el Banco Mundial en Uzbekistán, dice que las consecuencias de no sucumbir a los caprichos adquisitivos pueden ser nefastas. "Si te llega a percibir como un enemigo, la consecuencia es que se te criminaliza, te encarcelan, torturan e incluso matan".
En opinión de algunos analistas extranjeros, el objetivo de Karimova es suceder a su padre en la presidencia. Un uzbeco que la conoce muy bien discrepa: "Su plan es sacar todo el dinero que pueda de Uzbekistán y vivir una vida de glamour en Londres, Hollywood, Ginebra, Madrid y Barcelona".
Parte de la oferta de glamour consiste en asociarse con el club de fútbol más glamuroso de la tierra, el FC Barcelona, cuyo presidente no ha querido hablar a EL PAÍS de su relación con ella, pero, según fuentes cercanas a él en Barcelona, tienen una conexión "estrechísima". Por un lado, se han visto a menudo en, entre otros lugares, Tashkent, Barcelona, Ginebra y Milán, donde acudieron juntos a la Semana de la Moda en octubre del año pasado. Por otro, está el beneficio financiero que ha obtenido el Barcelona y Laporta de su acercamiento a la dudosa empresa que ella controla, Zeromax. El bufete de abogados Laporta & Arbós actuó, como es conocido, a favor de Zeromax el año pasado en su intento de comprar el Real Club Deportivo Mallorca a comienzos de 2009. Laporta pretendió cobrar una comisión que, en caso de que se hubiera llevado a cabo la operación, le hubiera reportado unos cuatro millones de euros. La mediación de Laporta en este caso fue duramente criticada en los medios, y condujo a la renuncia de varios directivos del Barcelona, debido a la percepción de que se había aprovechado de su cargo como presidente del Barcelona con ánimo de lucro personal.Bayram Tutumlu, que conoce a Laporta hace años y hace pocas semanas retiró una querella judicial contra él por supuesto incumplimiento de pago, dijo del presidente del Barcelona: "Está obsesionado por el dinero. Donde lo ve, aunque sea dentro de una piscina llena de tiburones, se tira".
El problema más grave que ven varios antiguos directivos del Barcelona, algunos de ellos asociados en su día con Laporta, es que ha lanzado el propio club a los tiburones; ha hecho un serio daño a la imagen del club al asociarlo fraternal y comercialmente con el Bunyodkor, la expresión futbolística del Estado mafioso y abusador de niños sobre el que la familia Karímov ejerce un control férreo. El FC Barcelona es admirado en todo el mundo no sólo por su fútbol, sino también por haber desdeñado las ofertas de grandes multinacionales y haber optado por lucir en su camiseta el nombre de Unicef, "la agencia de Naciones Unidas que tiene como objetivo garantizar el cumplimiento de los derechos de la infancia", según se define oficialmente.
En la página web del FC Barcelona se expresan sentimientos acordes con los que guían a Unicef. "El FC Barcelona es más que un club para muchas personas del resto del Estado español que vieron en el Barça un firme defensor de los derechos y las libertades democráticas... Hay que globalizar al Barça solidario y humanitario".
Gracias a la conexión entre Laporta y Karimova, la extensión de la globalización solidaria y humanitaria del Barcelona a un régimen que está en primera fila de los violadores de derechos humanos del mundo ha provocado la ira de todos aquellos que luchan para que la situación de Uzbekistán sea más conocida en el mundo, y que se meta presión internacional al régimen Karímov.
Craig Murray, el ex embajador británico en Uzbekistán, lo expresó así: "Estoy absolutamente horrorizado. Es como haberse asociado con Adolf Hitler para promover un equipo de fútbol en Berlín durante los años treinta. Realmente es asombroso, incluso en el mundo loco por el dinero del fútbol, que se tenga los ojos tan cerrados a la moralidad".
El cantante Sting se arrepintió, después de que la prensa cargara contra él, de su conexión uzbeca y reconoció que el presidente Karímov tenía una reputación "horripilante" en el terreno de los derechos humanos, declaración que provocó la furia de su amiga Karimova y condujo a la prohibición de sus canciones en las radios uzbecas.
Joan Laporta guarda silencio sobre su amistad y sus relaciones comerciales con el clan Karímov. Lo que sigue teniendo claro es el papel de su club como estandarte de los mejores valores humanos. En una entrevista con El Mundo en enero pasado, 16 meses después de que el régimen uzbeco le recibiera por primera vez con mucha pompa y gratitud, Laporta, que tiene aspiraciones políticas, declaró, sin la más mínima ironía: "El Barça encarna la épica que guía a la libertad a los pueblos sometidos".
A Joan Laporta, el presidente del FC Barcelona, le costaba creer que el señor sentado a su lado en la mesa iba en serio. Le había hablado de él unos días antes un conocido suyo turco, Bayram Tutumlu, en el palco del Camp Nou, el estadio del Barcelona. Tutumlu, agente de futbolistas, le había dicho que el señor, de nacionalidad uzbeca, representaba a una empresa potente que quería hacer negocios con el Barcelona. Laporta se interesó y Tutumlu organizó una comida en el Via Veneto, un lujoso restaurante en la zona alta de la capital catalana. Según Tutumlu, la primera reacción de Laporta cuando vio al empresario de Asia Central, vestido de manera poco elegante y con colores que desentonaban, fue el escepticismo. "Pero ¿es verdad que este tío tiene pasta?", le murmuraba al oído a Tutumlu en español, idioma que desconocía el uzbeco, Miraldil Djalalov.
La grata sorpresa para Laporta fue descubrir más tarde que sí tenía pasta. Djalalov era el hombre de paja de la más intrigante, atractiva y rica Gulnara Karimova, hija de Islam Karímov, presidente de Uzbekistán desde 1990, y dueña de un conglomerado uzbeco llamado Zeromax, registrado en Suiza, cuyas empresas operan en casi todas las esferas económicas de su país, entre ellas la minería, el transporte y la agricultura. Zeromax también controlaba el club de fútbol más fuerte de Uzbekistán, el FC Bunyodkor, conocido por los aficionados uzbecos como "el equipo de la hija del presidente".
La comida en el Via Veneto fue el 16 de mayo de 2008. En la segunda semana de agosto del mismo año Laporta hizo su primer viaje a Tashkent, la capital de Uzbekistán, donde fue recibido con honores de un jefe de Estado. En esta y en visitas posteriores al país asiático, su anfitriona fue Gulnara Karimova, autoproclamada "princesa de los uzbecos", una mujer con un currículo extraordinariamente amplio. Parte princesa Diana, parte Sarah Palin, parte chica Bond, parte Cruella de Vil, tiene 37 años, posee un doctorado en Ciencias Políticas y un máster de la Universidad de Harvard; diseña joyería para la casa suiza Chopard; tiene su propia marca de moda y de diseño, llamada Guli; participa en proyectos caritativos para el desarrollo de la mujer y de los jóvenes; es cantante de pop, papel en el que cambia su nombre por el de GooGoosha (en su página web, www.gulnarakarimova.com, se puede acceder a una versión suya de Bésame mucho con Julio Iglesias), se han publicado historias sobre ella en Vogue, Harper's y Hello!, se ha fotografiado junto a algunas de las personas más famosas del mundo (entre ellas Elton John y el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton). A finales del año pasado, Karimova, la mujer de negocios (Zeromax es la empresa más diversificada y más grande de su país), fue nombrada por una revista de Ginebra una de las 10 mujeres más ricas de Suiza, país donde ejerce de embajadora de Uzbekistán ante la ONU, con una fortuna estimada en más (algunos dicen que mucho más) de quinientos millones de euros. En abril de este año presentó sus credenciales ante el rey de España como embajadora de su país en Madrid.
Karimova también ha sido descrita por la revista Foreign Policy, de Estados Unidos, como "una de las peores hijas del mundo". En un artículo sobre ella publicado en esta revista, un analista de Asia Central explicó: "Zeromax es esencialmente una de las fachadas detrás de la cual Gulnara Karimova continúa consolidando su control sobre todas las fuentes de ingresos de su país por cualquier medio que ella considere necesario".
La grata sorpresa para Laporta fue descubrir más tarde que sí tenía pasta. Djalalov era el hombre de paja de la más intrigante, atractiva y rica Gulnara Karimova, hija de Islam Karímov, presidente de Uzbekistán desde 1990, y dueña de un conglomerado uzbeco llamado Zeromax, registrado en Suiza, cuyas empresas operan en casi todas las esferas económicas de su país, entre ellas la minería, el transporte y la agricultura. Zeromax también controlaba el club de fútbol más fuerte de Uzbekistán, el FC Bunyodkor, conocido por los aficionados uzbecos como "el equipo de la hija del presidente".
La comida en el Via Veneto fue el 16 de mayo de 2008. En la segunda semana de agosto del mismo año Laporta hizo su primer viaje a Tashkent, la capital de Uzbekistán, donde fue recibido con honores de un jefe de Estado. En esta y en visitas posteriores al país asiático, su anfitriona fue Gulnara Karimova, autoproclamada "princesa de los uzbecos", una mujer con un currículo extraordinariamente amplio. Parte princesa Diana, parte Sarah Palin, parte chica Bond, parte Cruella de Vil, tiene 37 años, posee un doctorado en Ciencias Políticas y un máster de la Universidad de Harvard; diseña joyería para la casa suiza Chopard; tiene su propia marca de moda y de diseño, llamada Guli; participa en proyectos caritativos para el desarrollo de la mujer y de los jóvenes; es cantante de pop, papel en el que cambia su nombre por el de GooGoosha (en su página web, www.gulnarakarimova.com, se puede acceder a una versión suya de Bésame mucho con Julio Iglesias), se han publicado historias sobre ella en Vogue, Harper's y Hello!, se ha fotografiado junto a algunas de las personas más famosas del mundo (entre ellas Elton John y el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton). A finales del año pasado, Karimova, la mujer de negocios (Zeromax es la empresa más diversificada y más grande de su país), fue nombrada por una revista de Ginebra una de las 10 mujeres más ricas de Suiza, país donde ejerce de embajadora de Uzbekistán ante la ONU, con una fortuna estimada en más (algunos dicen que mucho más) de quinientos millones de euros. En abril de este año presentó sus credenciales ante el rey de España como embajadora de su país en Madrid.
Karimova también ha sido descrita por la revista Foreign Policy, de Estados Unidos, como "una de las peores hijas del mundo". En un artículo sobre ella publicado en esta revista, un analista de Asia Central explicó: "Zeromax es esencialmente una de las fachadas detrás de la cual Gulnara Karimova continúa consolidando su control sobre todas las fuentes de ingresos de su país por cualquier medio que ella considere necesario".
El régimen que preside su padre es considerado por las principales organizaciones internacionales de derechos humanos como uno de los peores del mundo. Más allá de la tortura, el asesinato y la intimidación como herramientas institucionales de persuasión, con el fin de perpetuar el poder y la riqueza de la élite de Gobierno, lo que distingue a Uzbekistán es el abuso sistemático de los niños, millones de los cuales han sido obligados a trabajar como esclavos en la cosecha del algodón, principal fuente de ingresos del "atroz" "mafia estado" uzbeco, según la definición del último informe sobre el país de Human Rights Watch.
El presidente Laporta, que no ha querido contestar a las preguntas de EL PAÍS, aparentemente no tomó estas consideraciones en cuenta a la hora de firmar acuerdos millonarios a nombre del FC Barcelona con Gulnara Karimova, que tampoco ha contestado a preguntas de este diario, y su club de fútbol, el Bunyodkor. El club catalán, patrocinado por la agencia de Naciones Unidas para la defensa de los niños (Unicef), selló un acuerdo de hermandad con el Bunyodkor en aquella visita de Laporta a Tashkent en agosto de 2008. Pero el dinero va todo en una dirección. El Bunyodkor, financiado por las arcas de Zeromax, ha pagado cinco millones de euros al Barcelona a cambio de dos partidos amistosos con los equipos de fútbol de ambos clubes, uno de los cuales se disputó en enero de 2009 en Barcelona; el de vuelta, en Tashkent, sigue pendiente. Tres millones de euros más se ingresaron al Barcelona tras visitas hechas a Uzbekistán por tres jugadores del club -Messi, Puyol e Iniesta-, que participaron en campamentos con jugadores jóvenes del Bunyodkor.
El Barcelona es el único club extranjero que tiene vínculos comerciales con el equipo de Karimova, pero jugadores de otros clubes importantes europeos también han recibido grandes cantidades de dinero a cambio de bendecir con su presencia al Bunyodkor, entre ellos Cesc Fábregas del Arsenal de Londres y Cristiano Ronaldo (en diciembre del año pasado) del Real Madrid. Rivaldo, el jugador brasileño que jugó cinco años en el Barcelona, actualmente milita en las filas del Bunyodkor.
Entre otros famosos que han sido incapaces de resistir las tentaciones económicas de Karimova están los cantantes Julio Iglesias, Rod Stewart y Sting. Hubo un revuelo en la prensa británica cuando se supo a finales del año pasado que Sting, conocido -como el Barcelona- por sus asociaciones con causas humanitarias, había aceptado entre uno y dos millones de libras para cantar en Tashkent. "¿Por qué Sting está aceptando dinero de un dictador, a través de la hija del dictador?", preguntó The Guardian, perplejo también porque Sting había sugerido que el recital había sido patrocinado por Unicef, cosa que Unicef niega rotundamente.
¿Cómo es la dictadura uzbeca? Veronika Szente Goldston, experta en Asia Central de Human Rights Watch, declara: "Clasificamos a Uzbekistán entre los Gobiernos más represivos del mundo. Casi al mismo nivel que Birmania o Corea del Norte. Es un infierno para los derechos humanos". Especialmente notorio fue el caso de la ciudad de Andijan, en 2005, cuando una unidad motorizada de efectivos armados del Estado abrió fuego contra una multitud de manifestantes y mató a cientos de hombres, mujeres y niños. La comunidad internacional ha clamado por una investigación independiente internacional, pero a día de hoy el Gobierno se ha negado y no ha hecho nada, que se sepa, para esclarecer los hechos.
Una investigación que sí dio fruto, en 2002, fue un análisis forense de dos víctimas del régimen solicitado por la Embajada británica. La conclusión fue que los dos habían sido hervidos vivos. Más sistemática es la práctica de la tortura. Surat Ikramov, que encabeza el Initiative Group of Independent Human Rights Defenders de Uzbekistán, dice que la operatviniki, nombre coloquial para la policía del Estado, "ve la tortura como parte normal de su trabajo en un sistema cuyo objetivo es extraer confesiones y crear miedo entre la población".
Naciones Unidas y Amnesty International condenaron en informes publicados el año pasado "el persistente deterioro" de la situación de derechos humanos en Uzbekistán. El propio Departamento de Estado norteamericano, cuyos militares utilizan Uzbekistán como puente logístico para sus operaciones en Afganistán con la cooperación de la empresa de Gulnara Karimova, no ha podido evitar unirse al repudio general hacia el régimen uzbeco. En su más reciente informe sobre derechos humanos, el Departamento de Estado lamentó la situación en Asia Central en general, y en Uzbekistán muy en particular, señalando con especial énfasis el sistema estatal de trabajo forzado de niños en la industria del algodón.
Un informe a fondo (entre muchos) del Environmental Justice Foundation titulado Nación esclava cuenta que al menos un millón de niños, los más pequeños de 10 años, son anualmente sacados del colegio en septiembre por la policía y obligados a trabajar, como los esclavos del sur de Estados Unidos en el siglo XIX, en la cosecha del algodón. Es un trabajo muy duro y cada niño debe cumplir una cuota diaria en kilos. Muchos de ellos viven lejos de sus casas durante la cosecha, instalados en escuálidos campamentos. Malnutridos, muchos enferman. Las tierras son del Estado, cuyos jefes se llevan pingües beneficios. Uzbekistán es el tercer exportador de algodón del mundo e ingresa mil millones de euros anuales de las ventas de este producto, principalmente a Asia. (Varias grandes empresas de Occidente han boicoteado la compra de algodón uzbeco).
Andrew Stroehlein, experto en Uzbekistán del respetado think tank International Crisis Group, con base en Bruselas, dice que se trata de "un sistema masivo de explotación, casi seguro el ejemplo más grande de abuso sistemático de niños, dirigido por un Estado, en el mundo". Zeromax, según Stroehlein, es una de las empresas que se enriquece con el algodón, la fuente de más ingresos para el régimen uzbeco.
Entrevistas con personas en Estados Unidos, Reino Unido y Bélgica que conocen de primera mano las operaciones comerciales del régimen uzbeco, entre ellos empleados de Naciones Unidas y exiliados uzbecos que huyeron de su país temiendo por sus vidas, retrataron al presidente Islam Karímov como el capo di tutti capi de una mafia compuesta de unas veinte familias cuyo objetivo es robar todo lo que hay para robar a los 28 millones de habitantes de su país.
Craig Murray, el ex embajador británico que ordenó el examen post mórtem de las dos personas hervidas vivas y autor del libro Asesinato en Samarcanda, señala a Karimova como la encargada en el régimen de sacar de su país el dinero que "la cruel y rapaz familia Karímov exprime de su gente".
Gulnara Karimova es el brazo derecho de su padre. "Su control sobre Zeromax depende totalmente del apoyo del aparato estatal, todas cuyas agencias están a sus órdenes", explicó un exiliado uzbeco que conoce de cerca cómo funciona la macroempresa con la que tratan Joan Laporta y el FC Barcelona. "Todos saben, claro, que detrás está siempre su padre, y de esta manera ha construido su imperio. Es lista y astuta".
También, según una persona uzbeca que la conoce muy bien, es "caótica, temperamental y caprichosa: una niña malcriada que se enfurece si las cosas no salen exactamente como ella quiere". La furia de Karimova tiene su precio. Scott Horton, un abogado estadounidense que ha trabajado para el Banco Mundial en Uzbekistán, dice que las consecuencias de no sucumbir a los caprichos adquisitivos pueden ser nefastas. "Si te llega a percibir como un enemigo, la consecuencia es que se te criminaliza, te encarcelan, torturan e incluso matan".
En opinión de algunos analistas extranjeros, el objetivo de Karimova es suceder a su padre en la presidencia. Un uzbeco que la conoce muy bien discrepa: "Su plan es sacar todo el dinero que pueda de Uzbekistán y vivir una vida de glamour en Londres, Hollywood, Ginebra, Madrid y Barcelona".
Parte de la oferta de glamour consiste en asociarse con el club de fútbol más glamuroso de la tierra, el FC Barcelona, cuyo presidente no ha querido hablar a EL PAÍS de su relación con ella, pero, según fuentes cercanas a él en Barcelona, tienen una conexión "estrechísima". Por un lado, se han visto a menudo en, entre otros lugares, Tashkent, Barcelona, Ginebra y Milán, donde acudieron juntos a la Semana de la Moda en octubre del año pasado. Por otro, está el beneficio financiero que ha obtenido el Barcelona y Laporta de su acercamiento a la dudosa empresa que ella controla, Zeromax. El bufete de abogados Laporta & Arbós actuó, como es conocido, a favor de Zeromax el año pasado en su intento de comprar el Real Club Deportivo Mallorca a comienzos de 2009. Laporta pretendió cobrar una comisión que, en caso de que se hubiera llevado a cabo la operación, le hubiera reportado unos cuatro millones de euros. La mediación de Laporta en este caso fue duramente criticada en los medios, y condujo a la renuncia de varios directivos del Barcelona, debido a la percepción de que se había aprovechado de su cargo como presidente del Barcelona con ánimo de lucro personal.Bayram Tutumlu, que conoce a Laporta hace años y hace pocas semanas retiró una querella judicial contra él por supuesto incumplimiento de pago, dijo del presidente del Barcelona: "Está obsesionado por el dinero. Donde lo ve, aunque sea dentro de una piscina llena de tiburones, se tira".
El problema más grave que ven varios antiguos directivos del Barcelona, algunos de ellos asociados en su día con Laporta, es que ha lanzado el propio club a los tiburones; ha hecho un serio daño a la imagen del club al asociarlo fraternal y comercialmente con el Bunyodkor, la expresión futbolística del Estado mafioso y abusador de niños sobre el que la familia Karímov ejerce un control férreo. El FC Barcelona es admirado en todo el mundo no sólo por su fútbol, sino también por haber desdeñado las ofertas de grandes multinacionales y haber optado por lucir en su camiseta el nombre de Unicef, "la agencia de Naciones Unidas que tiene como objetivo garantizar el cumplimiento de los derechos de la infancia", según se define oficialmente.
En la página web del FC Barcelona se expresan sentimientos acordes con los que guían a Unicef. "El FC Barcelona es más que un club para muchas personas del resto del Estado español que vieron en el Barça un firme defensor de los derechos y las libertades democráticas... Hay que globalizar al Barça solidario y humanitario".
Gracias a la conexión entre Laporta y Karimova, la extensión de la globalización solidaria y humanitaria del Barcelona a un régimen que está en primera fila de los violadores de derechos humanos del mundo ha provocado la ira de todos aquellos que luchan para que la situación de Uzbekistán sea más conocida en el mundo, y que se meta presión internacional al régimen Karímov.
Craig Murray, el ex embajador británico en Uzbekistán, lo expresó así: "Estoy absolutamente horrorizado. Es como haberse asociado con Adolf Hitler para promover un equipo de fútbol en Berlín durante los años treinta. Realmente es asombroso, incluso en el mundo loco por el dinero del fútbol, que se tenga los ojos tan cerrados a la moralidad".
El cantante Sting se arrepintió, después de que la prensa cargara contra él, de su conexión uzbeca y reconoció que el presidente Karímov tenía una reputación "horripilante" en el terreno de los derechos humanos, declaración que provocó la furia de su amiga Karimova y condujo a la prohibición de sus canciones en las radios uzbecas.
Joan Laporta guarda silencio sobre su amistad y sus relaciones comerciales con el clan Karímov. Lo que sigue teniendo claro es el papel de su club como estandarte de los mejores valores humanos. En una entrevista con El Mundo en enero pasado, 16 meses después de que el régimen uzbeco le recibiera por primera vez con mucha pompa y gratitud, Laporta, que tiene aspiraciones políticas, declaró, sin la más mínima ironía: "El Barça encarna la épica que guía a la libertad a los pueblos sometidos".
6 comentarios:
Me parece sucio y despreciable que, una vez más, la prensa madrileña intente desprestigiar nuevamente al Barça con historias extra deportivas. Todos, si no la gran mayoría, de presidentes de clubes de fútbol tienen sus historias mafiosas pero ¿por qué no se habla de las de Florentino? ¡Vamos, hombre! Eso es tener doble rasero, amigos.
Además... seguro que otras empresas o personajes españoles han tenido relación con esta señora y no les sacan... Ayyyy. Pero bueno, si es cierto espero que Laporta (de los peores presidentes que ha tenido el club en lo que no concierne a lo deportivo) tome nota y rompa relaciones...
Mira que no me gusta el fútbol pero como se nota que no pueden con el Barça en los deportivo, ¡qué enrabietaos! xDDD
A ver, trapos sucios los tienen todos, absolutamente todos. Marta, el problema radica en que este hombre está haciendo unas apologías políticas de, y cito textualmente, "la épica que guía a la libertad a los pueblos sometidos"; esta fardando de lo solidario que es su Barça, de lo contrapuesto que es al Madrid (club politizado por naturaleza); y, sin embargo, no es más que un aprovechado que está medrando política y económicamente a costa de unos éxitos deportivos. Y el aficionado balugrana, como tú, es incapaz de aceptar la realidad, cegado por la maravilla de Messi y compañía.
Por cierto, la noticia no la escribe ningún madrileño cabreado; es de un periodista británico, John Carlin, muy prestigioso gracias a sus acertados análisis sobre la realidad social y política de Suráfrica (Invictus se ha basado en una novela suya). Sinceramente, si un foráneo dice todas estas cosas, no creo que sea por barcelonitis.
Buenas.
No pienso cambiar ni una coma de lo que ya opiné de esta entrada en el facebook, pero viendo la opinión de tu compañera (y ahora es cuando saldrá diciendo que es un chico y acabaré sonrojado ^^U) si que tengo que hacer un comentario de cara a romper una lanza en su favor.
Si bien como dije en tu fb, pienso que mi Atlético de Madrid ganó un doblete en el 96 a pesar de la familia Gil, no es menos cierto que servidor por ese entonces le defendía a capa y espada a pesar de tropelías conocidas como los Angeles de San Rafael, "Al negro (Tren Valencia) yo lo mato" o la pelea con el gerente de Caneda.
¿Por qué le defendía en ese entonces? Pues la respuesta fácil sería decir que porque era joven e inexperto y posiblemente sea la más acertada, pero con mi perspectiva actual, no solo de fútbol, considero que las personas inconscientemente necesitan líderes, y no solo eso, que sus líderes sean infalibles...y no solo eso, que aunque pudieran ser falibles, ya se encargarán las personas de justificar peregrinamente o no los actos menos deseables de esas personas.
Hay pocas cosas menos digeribles en el mundo como una decepción o la caída de un mito, por bueno o lamentable que este sea. Y la juventud es una buena excusa para esas cosas, pero por otro lado no es la vejez o la "experiencia" lo que te hace ver las cosas de otra manera, son las decepciones, y esas te pueden pillar de joven o de viejo, llegan sin avisar y puedes tirarte años y años digiriéndolas para poder relativizar las cosas.
Por eso, en este caso, a título personal me cuesta menos trabajo decir lo que me repugna el acto del señor Laporta, y me hubiese repugnado igual hace 15 años.
Pero son las decepciones asociadas a lo que sucede con mi equipo (y esto es aplicable casi todo en la vida) las que con el tiempo, mucho o poco según cada uno, a comprender que las personas son eso, personas, y se las acepta o rechaza (eso ya es cosa de cada uno) en función de lo que son, y el que no cojee por una cosa, cojeará por otra. Y si no conecta con uno por una causa, lo hará (o no) por otra.
En fins, que estas no son horas, se supone que iba a poner una entrada en mi blog, y mañana a estas horas estaré paladeando una victoria o digiriendo una decepción.
Espero por el global de mi salud que sea lo primero ^^U
Un saludo.
Es muy interesante lo que comentas, Gregorio y, si me permites, reflexionaré sobre ello. Uno de los grandes problemas que tiene este país es, precisamente, la inefabilidad del líder. Todos necesitamos alguien que nos guíe, pero nuestra devoción por el presidente raya el fanatismo más absurdo. Y no me refiero tan sólo a dirigentes futbolísticos, sino, sobre todo, políticos (¿o nadie se acuerda de lo intocables que parecían Aznar o Felipe?), sindicales, empresariales...
Irónicamente, este fenómeno sólo lo veo aquí y, en todo caso, EEUU, donde su cultura presidencialista les impide abjurar de su Jefe de Estado. Fijaos en el Reino Unido. Cuantísimas críticas se ha llevado Gordon Brown por cómo lo ha hecho, por los errores que ha cometido. Y lo ha pagado. En Francia o en Alemania, tres cuartos de lo mismo.
Sin embargo, aquí apostamos por la inefabilidad, cuando deberíamos ser más críticos. Si pusiéramos a cada cual en su sitio, nos iría a todos mucho mejor (¿o alguien duda de que, si se criticara a saco a ZP y Rajoy, éstos no cambiarían su forma de hacer política?). No es una cuestión de madurez o vejez; es una de inteligencia ciudadana. No podemos cegarnos con "brillitos", cuando luego suceden cosas como la que se describe en este artículo.
Con respecto al resto del tema, me remito a lo defendido en el segundo comentario y en el Facebook, aunque añadiré un último detalle. ¿Por qué el Barça y sus aficionados soportan tan mal la crítica? ¿Por qué justifican que sus medios carguen contra el "enemigo", cuando no son capaces de aceptar lo contrario?
Saludos.
Soy chica, jajajaja. A ver, como no me he pasado por la entrada en fb (es lo malo de la integración, los comentarios se diversifican) contesto únicamente al debate de aquí. No pretendo defender a Laporta y, si está haciendo acuerdos con semejante personaje pues que pague las consecuencias. Igual que debería hacerlo por mezclar fútbol y política cuando hace declaraciones nacionalistas que nada tienen que ver con lo deportivo.
Lo que me indigna es que parece que cuando no se puede decir ni mú de una plantilla envidiable, que consiguió la anterior campaña un número de títulos que pocas veces ha acumulado un solo club en la historia... Se busca lo que sea con tal de tirarlos por tierra. Si, el artículo es de John Carlin pero quien lo publica en España es El País... Como te digo suena a que no tienen otro sitio por donde darles caña, porque si nos ponemos a tirar de la manta de Flo... nos quedamos solos.
Claro que la prensa catalana no necesita tirar de hemeroteca para meterse con el Madrid, ya hacen méritos ellos solitos dentro del campo y bajo los focos, jajajaja. Dicho lo cual a modo de chascarrillo, estoy contigo, Alberto, en que me parece igual de mal que en Madrid tiren a la yugular contra el Barça que lo contrario. La diferencia es que los de Madrid se supone que son, muchos de ellos, medios NACIONALES :P
Yo creo, Marta, que el ataque no va tanto por el Barça como por la imagen que Laporta trata de dar del Barça. A ver si me explico: Florentino, y es vox populi, es un mafioso redomado, que se ha enriquecido gracias al ladrillo (y no precisamente construyendo orfanatos). Y, como sabe de dónde viene, no se dedica a convertir al Madrid en un adalid de las libertades y los valores; al contrario, adopta una postura bastante coherente (que no plausible), consistente en alardear de la historia y los títulos del Real Madrid, al que, básicamente, ha convertido en una empresa. Por eso mismo, los reportajes que han cargado contra él (que no han sido pocos) sólo le cuestionan por sus decisiones deportivas, no por nada más.
Laporta, por el contrario, está usando su puesto en el Barça y sus éxitos deportivos (que no son responsabilidad suya, sino de grandes profesionales como Guardiola o Creus) para hacer apología política. Si todavía fuera una de tipo social o 'anacional', pues mira, pero es que ha convertido al Barça en un instrumento del nacionalismo catalán más exacervado, en la punta de la lanza de la oprimida Cataluña (juas) frente a la opresora España. Y eso, querida mía, levanta ampollas... Como reza el refrán: siembra vientos...
Asimismo, los palos a Laporta no son recientes; desde que asumió la presidencia, le están lloviendo críticas por este mismo motivo. Ahora sólo se han recrudecido, tb en buena medida pq él mismo ha recrudecido (valga la redundancia) su postura desde que el Barça ha cosechado el famoso sexteto. Asimismo, no ha dudado en proclamar a los cuatro vientos que El Barça encarna la épica que guía a la libertad a los pueblos sometidos y consignas similares, y claro, dime de qué presumes...
Estas cosas se las busca Laporta solo por su mal juicio y su boca demasiado grande. Al Barça, en teoría, no debería afectarle, aunque no estaría de más que sus aficionados aceptárais la crítica, que muchas veces parece que no se os pueda decir nada XD
Por cierto, si los medios catalanes no critican a Laporta, es sencillamente porque eso no vendería periódicos. ¿O de veras crees que éstos no publicarían el artículo de John Carlin si las circunstancias deportivas no fueran distintas a las actuales?
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