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jueves, 4 de junio de 2009

Dos aniversarios contrapuestos

Me gustaría, en estas horas tan intempestivas, dedicarle unas líneas a dos aniversarios muy recientes y de suma importancia para sus respectivos países, que los han vivido, no obstante, de manera completamente diferente. No en vano, tienen significados contrapuestos. Uno es el símbolo de un glorioso pasado; el otro es el recuerdo de una ignominia tal que la censura ha impedido hasta a los occidentales hablar del tema.

Si os parece, empezamos con el más simpático y agradable de estos cumpleaños. Por si no lo habíais adivinado ya, se trata del 150 aniversario del reloj más famoso del mundo, el Big Ben de Londres, que llegó a tan magna cifra el pasado domingo. Y aunque, curiosamente (y gracias a Rocío por recordármelo siempre), su nombre real no es el que todos conocemos (se llama en verdad Torre de San Esteban; Big Ben es la campana principal, de 13,8 toneladas), cuando vemos esa magnífica construcción junto al Parlamento británico, esas dos palabras son las que resuenan claro y alto en nuestra memoria.

El Big Ben es de estilo gótico victoriano y alcanza los 96 metros de altura, destacando principalmente por su sistema de escape de gravedad, que le permite ser el reloj más fiable del mundo. Edmund Beckett Denison, un abogado aficionado a estos artefactos, fue el que ideó este ingenio, lo que le valió ser nombrado Lord por la mismísima reina Victoria (a la cual se recuerda en su esfera con la inscripción: 'DOMINE SALVAM FAC REGINAM NOSTRAM VICTORIAM PRIMAM' -Dios salve a nuestra reina Victoria I-). Desde que se puso en marcha, solo se silenció durante la I Guerra Mundial, para evitar que los zeppelines alemanes lo destruyeran. Sin embargo, durante la Segunda, ni la poderosa Luftwaffe nazi pudo acallar a la Gran Ben y sus cuatros compañeras de campanario, cuyo sonido se basó en El Mesías de Haendel.

Ni que decir tiene que le tengo un cariño muy especial al Viejo Ben. Primero, porque su visión hace ya diez años me maravilló, convirtiéndose en uno de los recuerdos más hermosos de mis viajes internacionales; segundo, por ser el símbolo del Reino Unido del siglo XIX, al que respeto y admiro por su grandeza y gloria; y tercero, porque es un monumento sensacional. ¡Happy birthday, Ben!

Y ahora, pongámonos serios por un momento, y recordemos con repulsa lo ocurrido hace 20 años en China, concretamente en la Plaza de Tiananmen, donde perdieron la vida entre 800 y 2600 personas (datos, por desgracia, inexactos "gracias" al régimen asiático) solo por pedir libertad (y mejoras económicas, también es cierto). Intelectuales, estudiantes, obreros y campesinos exigieron al Gobierno de Den Xiaoping reformas más justas en el plano económico y político, y un aperturismo similar al que vivía por entonces la Unión Soviética merced a las directrices de Mijaíl Gorbachov.

La muerte de Hu Yaobang, miembro destacado del Partido Comunista Chino (que compartía las tesis del liberalismo político de Gorbachov), terminó por desatar las iras de un pueblo asiático cansado de la corrupción y la falta de libertades, y apremiado por una acuciante crisis económica. Las manifestaciones se tradujeron en huelgas y pequeñas revueltas, que llevaron al Gobierno de China a decretar la ley marcial y aplastar todas las protestas por la fuerza.

En la noche del 3 de junio, Xiaoping y sus camaradas enviaron los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tian'anmen para disolver a los manifestantes que allí se congregaban. Y lo que podría haber sido un primer paso para la democratización de China, se convirtió en una de las mayores masacres de los últimos quinquenios. Centenares de muertos, miles de heridos y otros tantos detenidos fue el balance de un día para olvidar en China.

Aquellos acontecimientos recrudecieron el regimen hasta límites insospechados, y aun hoy, el tema es tabú para toda la población china, e incluso para la prensa extranjera, a la que ayer no se la dejó grabar ni un segundo en la famosa plaza asiática. La censura incluso ha alcanzado Internet y los círculos familiares, donde el asunto no se puede mencionar. Solo el Gobierno puede opinar, y su postura es clara: fue una acción necesaria para garantizar la estabilidad. ¿Y desde cuándo ese objetivo debe costar vidas humanas? He aquí la contradicción china: una gran nación subyugada a un regimen obsoleto y autoritario. Una lástima...

2 comentarios:

Arwen Undómiel dijo...

Mmmmmmmm me parece que eso de que sea el reloj más fiable del mundo es bastante discutible... Pero ahora mismo no sé exactamente cual es, pero yo no estaría tan segura

Arwen Undómiel dijo...

Confirmado, no es el reloj más exacto del mundo. Sabía que lo estaban desarrollando ahora así que el Big Ben no lo es:

http://ecoplaneta.mangasverdes.es/2009/04/22/el-reloj-mas-exacto-de-mundo/