Por aquellos entonces, este militar estadounidense formaba parte del denominado Proyecto Excelsior, cuyo objetivo era probar paracaídas que pudiesen funcionar en las capas más altas de la atmósfera. Esos 'tests' casi le cuestan la vida a Kittinger, quien, pese a todo, jamás se aminaló, saltando cada vez desde más alto, hasta que, el 16 de agosto de 1960, el experimento culminó de esta forma tan asombrosa:
¡Se tiró a 31.300 metros de la superficie terrestre! ¡La mayor altura de la que jamás ha caído un ser humano! Y lo hizo, además, a la mayor velocidad que se ha alcanzado en una experiencia de este calibre: 988 kilómetros por hora. La imagen inicial del salto, sin duda alguna, resulta sobrecogedora. Incluso al mismo Kittinger le aterró, llegando a pensar que se quedaría flotando por siempre alrededor de la Tierra. Afortunadamente, y tras 4 minutos y medio, el militar estadounidense pudo pisar tierra firme, convirtiéndose así en uno de los mayores aventureros de la historia reciente.
1 comentario:
Dios, q valor. Estoy segura que esos 4 minutos y medio se le hicieron eternos.
Publicar un comentario